El desarrollo de la Inclusión Financiera
El peso que han tenido, tienen y tendrán las empresas denominadas como fintech en la industria financiera y de procesamiento de pagos es evidente. Solo con observar que hace apenas unos años solo los “ricos” podían acceder a una tarjeta de pagos o que para hacer operaciones con un homebanking era necesario haber cursado un par de años en la carrera de ingeniería en sistemas.
Conceptualmente, “fintech” se refiere a la aplicación de nuevas tecnologías en las actividades financieras.
Dentro de esta definición se incluyen nuevos procesos, aplicaciones, modelos de negocios o productos financieros.
El verdadero cambio en el paradigma de las finanzas yace en que hasta hace algunos años las empresas, los negocios y las personas se adaptaron a las propuestas que la industria financiera y bancaria ofrecía.
En la actualidad, la aparición de nuevos jugadores apoyados en novedosas tecnologías, ofrecen productos financieros adaptados a las necesidades de los clientes, fusionando los registros y movimientos de fondos con la experiencia de los negocios que los producen.
En muchas oportunidades, estos cambios surgen a través de propuestas realizadas por nuevos jugadores, en general, amparados bajo el paraguas de “la inclusión financiera”, promesa que ha servido para recolectar miles de millones de dólares en inversiones.
Las enormes oportunidades que han ofrecido las excesivas trabas, regulaciones y restricciones bancarias y tributarias, junto con los cambios en las modalidades de las compras, a través de los pagos en línea, incentivaron la creación de nuevas empresas que pelean por un espacio dentro de mercados enormes que reparten sumas multimillonarias de comisiones.
Los productos más ofrecidos han sido tarjetas de débito no bancarias, billeteras electrónicas y sistemas de procesamiento de pagos online.
A estos debe sumarse la alternativa cripto que involucra a emisores de activos digitales, wallets, exchanges, custodios, procesadores de pagos y decenas de proveedores de servicios asociados a este nuevo mercado financiero internacional.
El tamaño del mercado de pagos electrónicos en Latinoamérica supera los 10.000 miles de millones de dólares anuales. Estos movimientos generan comisiones por transacciones que oscilan entre el 0.5% y el 12% de lo procesado, es decir, que se trata de una torta enorme, disfrutada por unos pocos durante décadas, a las que nuevos comensales se suman buscando su porción.
Solo con entender que cualquier bien o servicio, cuyo pago se produzca en formato electrónico, abona este tipo de peaje, evidencia que la mayoría de los bienes y servicios que se producen dejan una parte en estos procesos.
Esto explica el interés por parte de tantos inversores en financiar proyectos de empresas que proponen innovaciones en este sector.
Invertir en Fintech, un Nuevo Modelo de Negocios
Sin embargo, el modelo de inversión de las fintech dista mucho de buscar rentabilidades inmediatas con los recursos económicos asignados.
Quienes invierten en este tipo de emprendimientos consideran que el crecimiento de las empresas opera en virtud a las cantidades de clientes, cuentas, operaciones o volumen de pagos procesados, dejando en segundo plano si, por un tiempo, son deficitarias o poco rentables.
La apuesta apunta a conseguir rápidamente porciones representativas dentro del mercado.
El bajo costo del dinero en el mundo que operó durante los últimos 15 años ha sido motivación suficiente para que administradores de carteras e inversores destinen parte de sus fondos a inversiones de este tipo, con altísimos riesgos, pues el fracaso de un proyecto, en general, carece de valor residual. Es por eso que algunas etapas en el proceso de una startup fintech se denomina “cash burning”, o quemando dinero.
Estos últimos días hemos sido testigos de noticias que informaban sobre el despido de cientos o miles de empleados de algunas de las principales compañías fintech de nuestro país.
Sin dudas, la suba de la tasa de interés a nivel internacional ha tenido impacto en las posibilidades de acceso a nuevas fuentes de financiamiento para todo tipo de proyecto de inversión, sobre todo si parte de ese capital se esfuma en vender por debajo del costo los servicios que se ofrecen, que es lo que muchas fintech hacen.
Sin embargo, hay factores que llaman la atención.
Los "layoffs", una tendencia preocupante
Si analizamos que Argentina es un país que cuenta con infraestructura razonable, en cuanto a energía y transmisión de datos, con capacidades operativas en los recursos humanos adecuadas a las necesidades de proyectos regionales y con costos, en términos de dólares, por debajo de otros mercados, los empleados argentinos deberían ser los últimos en ser desafectados o despedidos.
Lamentablemente, esto no es así. Entonces, ¿cuál puede ser la razón?.
Las empresas que han reducido estructura local, lo han hecho, fundamentalmente, en el personal afectado a las operaciones dentro del país, es decir, personas afectadas a los negocios que generan ingresos dentro de Argentina.
Las inversiones dentro de la industria fintech, al igual que en el resto, se hacen en dólares.
Los ingresos de las operaciones locales son en pesos.
La permanente expectativa devaluatoria de nuestra moneda ha llegado a tal punto que desalienta, incluso, usar a la Argentina como banco de pruebas de nuevos proyectos tecnológicos.
Esto ha provocado que los administradores de las empresas del sector reorienten sus operaciones hacia otros mercados, como lo son México, Brasil y Colombia, en los que sus monedas son más estables.
Mientras que en Argentina, entre los años 2016 y 2022 el peso se ha devaluado 9 veces, en Colombia, su moneda soberana ha sufrido una depreciación del 59%, en Brasil, el real de 48.5% y en México ha permanecido estable en torno a los 19 pesos por dólar durante todo el período.
El achique en el sector fintech ha venido de la mano de la suba en el costo del dinero.
La reducción en las nóminas de personal ha sido producto de la pérdida de expectativa y oportunidad que ofrece invertir dólares hoy para recibir pesos a futuro.
Parece ser que en nuestro país “el peso del peso” también puede afectar al crecimiento de una industria revolucionaria, necesaria e inclusiva.
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