28/3/2022 - Economía y Finanzas

Acuerdo con el FMI: necesario, pero no suficiente

Por Ramiro Sciandro

Acuerdo con el FMI: necesario, pero no suficiente

No es noticia, pero hay acuerdo con el fondo. Y menos mal. Caso contrario, hubiésemos tenido que enfrentar como país más de USD 2.800 millones de vencimientos con el organismo. Plata que por si lo dudaban, no tenemos. De haber entrado en default con el FMI, los prestamistas del mundo habrían metido al bono soberano argentino en la categoría de “bono basura”, lo que significa terminar en la misma bolsa que países como Sudán, Somalia, o Liberia, y quedar completamente aislado financieramente del mundo desarrollado. Hubiera sido sin dudas, un golpe de gracia a ese restito de confianza que nos puede quedar en el rumbo del país, y sin confianza en economía no llegamos a ningún lado. Sin confianza no se invierte, si no se invierte no crece el capital ni el empleo y sin eso no se produce. Tampoco se crece, y claro, no se consume. La confianza es el motor que moviliza la actividad del sector privado, es lo que atrae dólares y evita que se vayan, y es lo que sistemáticamente la clase política que nos gobierna se ocupa de tirar abajo, estafa tras estafa. Y si hace un rato que vivís en Argentina, eso tampoco es noticia.

El acuerdo con el fondo era una condición necesaria para que pueda comenzar a revertirse la desconfianza que nos paraliza. Pero no es suficiente, falta. Falta por sobre todo una propuesta macroeconómica consistente. Más allá de que lo pida el fondo, lo pide nuestra economía. Las condiciones del acuerdo no son más que un baldazo de agua fría, y un recordatorio de todo lo que ya sabemos que hay que mejorar.

La inflación sistemática en Argentina responde, a fin de cuentas, al déficit fiscal, que no es más que el desequilibrio entre el gasto en el que incurre el Tesoro Nacional y los ingresos que recauda. Ya lo escuchamos un millón de veces. El gobierno gasta más de lo que debe, y para financiarse recurre al Banco Central. El Central prende la maquinita, imprime unos pesos, se los presta al Tesoro, y el Tesoro saca esos pesos a la economía, pagando sueldos, planes, etc. El público no quiere tener tantos pesos encima como los que se escupen al mercado, y consecuentemente se los saca de encima, los gasta en bienes, en dólares, en lo que venga, y voilá, tenemos inflación, devaluación, brecha, y todos esos males que hace rato nos aquejan. Por lo tanto, una meta de decrecimiento del déficit fiscal como la que forma parte del plan consensuado con el fondo, suena razonable. Puntualmente, en el acuerdo se plantea reducir el déficit primario (el que no incluye el pago de intereses de la deuda del Tesoro) a 2.5 puntos del PBI. La pregunta es, ¿esto es factible?

El año pasado el déficit primario anunciado fue de 3 puntos del PBI. Pero hay que considerar algunas cosas; este año, ingresos extraordinarios como el que se derivó de la recaudación del Aporte Solidario, no van a estar presentes. A su vez, no hay que perder de vista que ese 3% es un promedio para todo el 2021, año que tuvo una primera mitad de disciplina fiscal, y una segunda mitad caracterizada por el “Plan Platita”; expansión del gasto con el objetivo de ponerle plata en el bolsillo a los votantes justo antes de las elecciones. Con lo cual, hay un efecto arrastre para considerar este año; la situación de la que partimos a comienzos de 2022 no es ese 3% promedio, sino que es mucho más parecida al exceso que caracterizó a la segunda mitad de 2021.

En el estudio Arriazu Macroanalistas ajustamos el déficit anunciado por estos factores, y el resultado es preocupante; la realidad es que la corrección se debe hacer desde un déficit de poco más de 4 puntos del PBI, no de 3.

¿Como bajamos más de 1 punto y medio del producto de déficit primario? Matemáticamente, una posibilidad es no variar demasiado el gasto, pero lograr que los ingresos aumenten en términos del PBI. Con lo cual, ¿más impuestos, más retenciones, y más distorsiones? Ya somos uno de los países con mayor presión fiscal del mundo, porque año tras año olvidamos que la manera de enriquecer al pobre no es destruir al que tiene capacidad de ahorro, sino dándole incentivos a invertir, a contratar, a trabajar y a quedarse a producir. 

Así que no es por ahí. ¿Podemos aspirar acaso a que aumente la base imponible entonces? Para que aumente la recaudación por contribuyente, tendríamos que ver un aumento en actividad económica. Indagar en las posibilidades de crecimiento que tenemos para este año es tema para otra nota, así que por el momento quedémonos con la proyección que hace el propio gobierno, que considera que el PBI crecerá entre 3 y 4% en promedio respecto a 2021. De nuevo, ojo con los números que son promedios. Argentina el año pasado aceleró estrepitosamente su crecimiento en el último trimestre, con lo cual el dato del PBI de diciembre esta ya más de 4% por encima del PBI promedio para 2021. ¿Qué quiere decir esto? Que, aunque la economía se quede completamente estancada de punta a punta este año, el INDEC estaría registrando este diciembre un crecimiento de más de 4% respecto al año pasado. La proyección de Guzmán, por lo tanto, te dice que el gobierno mismo reconoce que este año no solo no vamos a crecer, sino que la economía va a achicarse. 

En este contexto, ¿que nos queda para cumplir con la meta fiscal? Ya lo sabemos, reducir el gasto en términos reales. Aunque no lo queramos, es lo que terminamos haciendo automáticamente siempre que la macro nos demanda ajustar las cuentas. Cuando el Tesoro se financia con emisión y genera inflación, licúa el valor de salarios públicos, jubilaciones, pensiones, planes y subsidios no indexados, y así reduce el gasto del estado en términos reales.  En otras palabras, el ajuste se hace, pero de manera encubierta y a través del mercado. La alternativa (preferible) es que el gobierno se haga cargo del ajuste reduciendo gastos ineficientes, como los subsidios energéticos o el déficit operativo de las empresas públicas, que en 2021 representaron 3 y 0.8 puntos del producto respectivamente. Pero claro, el aumento de las tarifas es culpa del gobierno, y la inflación, bueno la inflación es culpa de los empresarios especuladores… ¿no? 

En fin, ahí esta el meollo de la cuestión. Para una macro estable, necesitamos ajustar las cuentas. Para ajustar las cuentas, hay que bajar el gasto, pero hagámoslo bien, eficientizando, no esperando a que la inflación haga el trabajo sucio, empobreciendo en el camino. Y quien te dice que no, si nos encontramos con un estado más responsable, que no tira la plata, quizás hasta te den mas ganas de pagarle. En vez de sacarle más a los contribuyentes que bancan el sistema, generemos los incentivos para ampliarlo.

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Ramiro Sciandro

Economista recibido de la Universidad Torcuato Di Tella, en camino a terminar la maestría en Economía de la misma institución. Ex docente universitario y ayudante de investigación académica, actual analista macroeconómico para fines de consultoría. Me desempeñé durante 2 años en el estudio Arriazu Macroanalistas, con especial foco en la economía local, y actualmente trabajo en el equipo de investigación macro de BlackToro Global Investments.

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