Casi dos años después de la última reestructuración de la deuda de Argentina, la situación financiera del país continúa deteriorándose a medida que aumentan las preocupaciones sobre su capacidad para cumplir con los pagos de intereses y amortizaciones.
El entorno político es volátil, por decir lo menos. El presidente y su vicepresidente discrepan públicamente en casi todo, mientras que la principal coalición de oposición parece fragmentada e incapaz de encontrar un candidato claro antes de las críticas elecciones presidenciales del próximo año. Para colmo de males, la República e YPF, la compañía de petróleo y gas administrada por el estado, se enfrentan a un fallo judicial crítico que podría costar a los contribuyentes miles de millones de dólares y poner al soberano en el camino de una nueva reestructuración de la deuda en 2024.
Los cambios recientes en el Ministerio de Economía no ayudarán mucho sin un plan económico a largo plazo que incluya reformas estructurales. Un nuevo canje de bonos, como piden muchos, sin una revisión importante de la economía está destinado al fracaso. Los bonos soberanos de Argentina han perdido el 60 % de su valor desde la reestructuración de septiembre de 2020 y actualmente se cotizan, en promedio, a mediados de los años 20 con rendimientos para la década de 2030 en 35,5 %. Una combinación de problemas relacionados con la pandemia y un gobierno incapaz o no dispuesto a implementar políticas que pondrían al país en un crecimiento económico sostenido, han deteriorado rápidamente las finanzas del país y se está cuestionando su capacidad para realizar pagos a su vencimiento.
Y está el FMI. Argentina, desde que se convirtió en miembro del Fondo en la década de 1950, ha buscado y aceptado 22 programas de apoyo financiero de emergencia, y la mayoría de ellos duraron menos de 24 meses. El último, acordado durante la presidencia de Macri en 2018, se reestructuró a principios de este año luego de que el soberano hiciera solo los dos primeros pagos del programa. Sin implementar ninguna reforma estructural seria, anticipamos que el acuerdo actual de Argentina con el FMI encontrará importantes obstáculos antes del crítico año electoral de 2023.
Duro camino por delante.
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