La crisis en Perú tiene un componente local ―la feroz lucha por el poder entre las facciones de derecha y de izquierda― y otro, global: el interés que tienen las dos superpotencias económicas, Estados Unidos y China, por la riqueza mineral del país andino.
Según la Guía para la Inversión Minera en el Perú (2022-2023), coeditada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú y la empresa EY Perú, la nación peruana ocupa el segundo lugar mundial entre los productores de cobre y zinc, y el tercero entre los productores de plata y estaño. A nivel de América Latina, Perú es el primer productor de zinc, estaño, plomo y selenio.
La publicación antes citada aporta otros datos significativos: solo el 1.07 % del territorio peruano es explotado por la industria minera (la cual es dominada por empresas extranjeras) y únicamente se ha explorado un 0.28 % más.
Las principales empresas mineras extranjeras asentadas en Perú son las siguientes:
- Freeport-McMoran (Cerro Verde)
- MMG Limited (Las Bambas)
- BHP Billiton (Antamina)
- Southern Cooper
- Glencore (Antapaccay
Los intereses de Estados Unidos
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General Laura Richardson, jefa de Comando Sur de los Estados Unidos. Foto: Embajada y Consulado de los Estados Unidos en Ecuador[/caption]
El 19 de enero, la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, la general de cuatro estrellas Laura Richardson, declaró en el Consejo del Atlántico que América Latina es importante para su país por su riqueza mineral:
“Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia y Chile”.
La jefa del Comando Sur de los Estados Unidos incluyó en su inventario las reservas de petróleo descubiertas frente a Guyana, así como el petróleo, el cobre y el oro de Venezuela. También, a la selva amazónica que tiene ―según sus palabras― el 31 % del agua dulce del mundo.
La conexión peruana
El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, es el principal promotor visible de la transición energética basada en la producción de energías limpias, como la solar y la eólica.
Las tecnologías de transición energética precisan de metales como el litio, el cobre y la plata. Perú es el segundo productor mundial de cobre y el tercero, de plata. Recuérdese, además, que el 98 % de su territorio aún no ha sido explorado por la industria minera.
A lo anterior, sume usted, amable lector, que el depuesto presidente peruano Pedro Castillo tenía como propósito consultar a los ciudadanos de su país si estarían de acuerdo en dar a Bolivia una salida al mar.
Formulemos una inferencia lógica: si el gobierno de Bolivia ―actualmente a cargo del izquierdista Luis Arce― pudiera hacer negocio con el litio a través del océano Pacífico, lo haría con China, no con Estados Unidos.
El gobierno de Arce mandó una señal clara a Washington el 20 de enero ―un día después de la participación de la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, en el Consejo del Atlántico― al autorizar que la empresa china CATL BRUNP & CMOC (CNC) extraiga litio en las regiones andinas de Oruro y Potosí.
China, por lo demás, tiene ya una presencia importante en Argentina y Chile a través de empresas especializadas en el procesamiento del litio como Ganfeng Lithium, Tianqi Lithium y Zijin Mining.
¿Por qué Perú?
Porque las riquezas minerales del país sudamericano interesan tanto a Washington como a Pekín.
Perú es víctima de la desestabilización no solo por las ambiciones de las facciones internas, sino porque intereses externos quieren controlar su riqueza mineral. Los peruanos ponen muertos, heridos y familias divididas, mientras que magnates de otras latitudes se frotan las manos. Es una historia que se repite.
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