FELICIDAD. Todos la buscamos. No existen recetas, ni caminos indudablemente correctos. Sólo tenemos la certeza que nuestras decisiones son guiadas por esa búsqueda incesante por sentirnos bien.
Nuestros amigos, el trabajo, hobbies y experiencias, son una oportunidad para reencontrarnos con nosotros mismos. Sin embargo, a veces puede ser difícil sentir esa paz y tranquilidad que tanto anhelamos. Como si no existiera un lugar en el mundo que nos acogería cómo nosotros deseamos.
Incluso, en algunos momentos nos hemos llegado a preguntar: ¿existe ese lugar para mí? O simplemente, tenemos que aceptar las cosas como son. ¡Les tengo una buena noticia! Eso que buscas, ¡sí existe!
Puedo confesar, y sin avergonzarme de decirlo, que pasé años sin encontrarle sentido a lo que hacía ni a las situaciones que vivía en mi vida. Todo cambió cuando aprendí a valorarme.
Hace unos meses tuve una conversación con una mujer, quien citó a Oscar Wilde: ¨El inicio del amor eterno es amarse a sí mismo¨. Para mí, es la decisión más importante cuando aspiramos encontrar ese pequeño instante de sentido, al cual llamamos felicidad. El origen de todo es aprender a valorarnos.
Para lograr conectar con ese valor, sólo tengo un consejo: quedémonos en silencio unos segundos y respiremos. ¡Sí, eso fue lo que escuchaste! Solo debes tomarte un tiempo y tener conciencia de ti, de que respiras, que estás vivo.
Como el poema ¨A callarse¨, de Pablo Neruda:
Por una vez sobre la tierra
No hablemos en ningún idioma,
Por un segundo detengámonos
No movamos tanto los brazos
Y tú, ¿puedes hacerlo?
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