Pedro Von Eyken para Poder & Dinero y FinGurú
Uno de los diarios que más leía en Alemania cuando vivía allí (1986-1991 y 1993-1998) era Die Welt (El mundo), de una orientación conservadora o centro-derecha. Los domingos, este medio gráfico del conglomerado Axel Springer se llama Welt am Sonntag (El mundo en domingo), aunque se publica los sábados. En el ejemplar del sábado 28 de diciembre apareció una columna del magnate norteamericano Elon Musk, que habrá erizado la piel de muchos alemanes en un momento político y económico muy sensible.
El magnate señaló en su escrito que el partido ultraderecha Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania o AfD) "es el último rayo de esperanza para este país". Musk elogia en su artículo la política de inmigración controlada del partido AfD, sus objetivos económicos de reducción de impuestos y la desregulación del mercado. El empresario apoya, como colaborador directo, al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que asumirá su segundo mandato el próximo 20 de enero.
Para el alemán medio interesado en su país y en el mundo, con cultura política para diferenciar entre derecha y ultraderecha, conocedor de lo que sucedió en su país entre 1933 y 1945, los dichos de Musk resultan tan antipáticos e indeseables como la AfD. Con todo, sirven como introducción y disparador de este artículo. Esperaba el momento propicio, una época más cercana a las próximas elecciones federales anticipadas del 23 de febrero de 2025, luego de la disolución del Bundestag, cámara baja alemana, por el Presidente Federal Frank-Walter-Steinmeier. Me adelanté un poco y aquí está.
El 16 de este mes el Canciller Federal socialdemócrata Olaf Scholz perdió un voto de confianza luego de que el ministro de finanzas Christian Lindner, liberal y socio de la coalición gobernante, renunciara por diferencias insalvables sobre asignación de impuestos, medidas de estímulo económico y financiación de inversiones. El estancamiento observado en 2024, causado en buena medida por el fin del gas ruso barato y la inestabilidad política de Francia, siembran dudas sobre la capacidad de Europa de seguir el ritmo de Estados Unidos, sobre todo de cara al incierto futuro de la guerra en Ucrania con la asunción de Donald Trump en EE.UU. La eurozona verá crecer su PBI en menos de un 1 % y el 2025 aparece con las sombras de la geopolítica. En 2024 la economía de la primera potencia europea llegó al borde de la recesión y no se esperan que salga del estancamiento durante el año que viene.
¿Cuál sería un posible escenario, a vuelo de pájaro, vis a vis la guerra? Si Trump decidiera retirar su ayuda a Ucrania y la guerra contra Rusia continuara sostenida por Europa, ésta se vería obligada a asumir sola los gastos de defensa en ayuda de Ucrania. De la Eurozona, Alemania es el país que más recursos destina a apoyar militarmente a aquel país. Con recursos presupuestarios limitados, el dinero destinado a apoyar a Ucrania podría hacer disminuir los recursos destinados a fines como ayuda social y estímulos al empleo. La caída de la economía alemana complica las cosas en un país que produce, en buena medida, para la exportación y ello influye muy negativamente en el empleo.
Po eso que algunos observadores creen que muchos electores podrían verse tentados a apoyar a la extrema derecha de la AfD pero también la extrema izquierda de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), surgida hace poco.
Por lo pronto la AfD es observada de cerca y hace tiempo por la inteligencia de la Oficina Alemana de Defensa de la Constitución, ya que la Ley Fundamental prohíbe el surgimiento de partidos extremistas por las secuelas del nazismo. Una de las previsiones electorales es que la AfD aumente considerablemente el número de votos debido al estancamiento económico y el aumento de la inmigración, lo que la podría conducir a una posible coalición de gobierno, rechazada por los grandes partidos, la democracia cristiana de la CDU de Adenauer, Kohl y Merkel, así como la socialdemocracia de la SPD de Brandt, Schmidt y Scholz. La AfD, vista como antieuropea, antiinmigración, antisemita y antiislámica, se opone a la continuación del apoyo a Ucrania en la guerra con Rusia.
Lo más probable, empero, es que la CDU, ahora liderada por Friedrich Merz, sume más votos que la SPD del actual Canciller Federal Olaf Scholz y lidere una Gran Coalición con Scholz. En su momento, Angela Merkel también gobernó Alemania en Gran Coalición.
Todo corresponde, por el momento, al terreno de las conjeturas. La que conduce a una no deseada coalición con la ultraderechista AFD me recuerda la actitud del ex Canciller Federal de Austria, Viktor Klima, socialdemócrata, a quien conozco personalmente. Klima gobernó Austria desde 1997 hasta 1999, fue vicepresidente de la Internacional Socialista y durante un tiempo ocupó la presidencia de la Unión Europea. Tras las elecciones de 1999 Klima renunció y fue sucedido por el Partido Popular de Wolfgang Schüssel, que formó gobierno de coalición con el Partido de la Libertad (neonazi). Klima había rechazado rotundamente la posibilidad de una alianza con ese partido. Aceptó el cargo de Presidente de Volkswagen Argentina que le facilitaron sus amigos socialdemócratas alemanes. De Canciller Federal austríaco, este hábil negociador y conciliador pasó a trabajar diariamente en la fábrica de General Pacheco. En 2000 arribó a la Argentina y hoy vive, ya retirado, en la zona norte del Gran Buenos Aires.
La decisión de Klima fue singular y poco frecuente en políticos de alto vuelo pero no deja de ser interesante ante encrucijadas como la que vivirá próximamente Alemania.
Pedro Von Eyken es Doctor en Ciencia Política de la Universidad Católica Argentina (UCA) y Politólogo. Como miembro del Servicio Exterior de la República Argentina cumplió funciones como Cónsul en Finlandia y en la ciudad de Hamburgo, Alemania, país este donde además fue Consejero de Negocios en la Embajada.
Como Encargado de Negocios estuvo al frente de la Embajada Argentina en Cuba y fue Embajador en Haití.
Pedro ha escrito dos libros muy interesantes que reflejan sus experiencias personales, su análisis y conclusiones, sobre la realidad política, económica y social de estos dos últimos países. El primero de ellos, titulado ¨ Testigo de una revolución traicionada ¨ , contiene un profundo análisis de las mentiras de la revolución castrista en Cuba, luego de recorrer el país de punta a punta. El siguiente, y más reciente, aborda la catástrofe humanitaria que representa Haití, ante la indiferencia de la comunidad política internacional, lleva por título ¨ Haití, entre el silencio y el hambre ¨ y también se basa en las vivencias personales del autor en un país castigado por el caos y la violencia.
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