La mutilación genital femenina: una práctica atroz que continúa afectando a millones de mujeres en todo el mundo

La Mutilación Genital Femenina (MGF) es un procedimiento que comprende todo aquello que, de forma intencional y por motivos no médicos, altera o lesiona los órganos genitales femeninos.

El 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la MGF y, más que nunca, se unen fuerzas y se demanda que se avance sobre los derechos humanos de todas las niñas y mujeres del mundo.

“La mutilación genital femenina constituye una violación de los derechos de las niñas a la salud, el bienestar y la autodeterminación”, afirmó Greta Rao Gupta, Directora Ejecutiva Adjunta de UNICEF.

Aunque las niñas y mujeres de hoy tienen un tercio menos probabilidades de sufrir la MGF, se estima que 200 millones de mujeres en el mundo, con edades comprendidas entre los 15 y los 49 años, pasaron por dicho procedimiento que, cada año, 3 millones de niñas están en riesgo de padecerlo.

Un vistazo a los tipos de mutilación genital femenina: clasificación, consecuencias y lucha contra esta práctica cultural

En la práctica existen distintos tipos de MGF, pero casi siempre implica la extirpación parcial o total de los genitales externos. Las menos comunes son las prácticas que afectan a los órganos genitales femeninos con fines no terapéuticos y severos (Ejemplo: DRY SEX que es la introducción de la cocaína en la vagina; o la colocación de piercings entre otros).

Es importante entender que la mutilación genital femenina está profundamente ligada a las normas sociales, culturales, ancestrales y de desigualdad de género, de las comunidades donde se lleva a cabo. Según datos de 2016 de UNICEF, se realiza en 30 países de África, Oriente Medio y Asia, y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. También, persiste en las poblaciones de emigrantes que viven en Europa Occidental, Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.

La MGF no ofrece ningún tipo de beneficios y es muy peligrosa. Es perjudicial para la salud y, muy a menudo, trae consecuencias físicas y psicológicas a largo plazo. Solo por mencionar algunas de ellas, las mujeres pueden tener desde dolores intensos hasta hemorragias, infecciones, complicaciones en el parto o durante el sexo, infertilidad e incluso la muerte.

En muchos países se cree que, por acudir a profesionales de la salud para realizar cualquier procedimiento de mutilación genital femenina, la misma es más segura. Esto no es cierto ya que, de igual forma, se puede dañar el tejido sano y normal interfiriendo con las funciones naturales del organismo.

En otros casos, mucho más peligroso aún y con consecuencias incluso más complejas, se realiza de forma clandestina y ante un silencio generalizado.

Por todos estos motivos, poner fin a la mutilación genital femenina es urgente. Esto implica tomar medidas que se complementen con la legislación de cada país, que incluya a las familias, los servicios de protección y líderes religiosos de las comunidades, entre otros actores.

También es fundamental tomar conciencia y comprometerse a nivel internacional. Un ejemplo positivo es el trabajo de UNICEF que, desde 2008, cuando se estableció el programa conjunto de UNICEF y el UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), 13 países aprobaron leyes nacionales que prohíben la MGF. También se facilitaron programas que dieron acceso a tratamiento y a servicios de prevención y protección. También la unión de estados africanos bajo el lema “The Africa we want”, para la aplicación de leyes en contra de la MGF y educación en materia de recursos internos y financieros.

El cambio ya está sucediendo, pero no hay que bajar los brazos.