1/6/2022 - Política y Sociedad

Lenguaje inclusivo: la batalla por la palabra

Por Lucia Boccio

Lenguaje inclusivo: la batalla por la palabra

Bienvenidxs estimades lector@s.

Luego de que el presidente Alberto Fernandez le agradeció a cada “argentine” por participar activamente en el censo 2022, se abre nuevamente el debate acerca de esta práctica que comenzó en los años 70.

Impulsada por una crítica feminista que buscaba denunciar las marcas masculinas de la lengua castellana, dejó en evidencia jerarquizaciones que arrastra la lengua y privilegiando al género masculino. Exponiendo tanto la exclusión como la subordinación moral, biológica y jurídica. A pesar de tener alta difusión, este análisis no suele ser reconocido por tener raíces argentinas. Precisamente fue Delia Suardíaz, la lingüista autora de “El sexismo en la lengua española”, la primera en diagramar sus tramas problemáticas en 1973, demostrando la ausencia de mujeres en diversos usos sexistas de la lengua castellana y apostando a la necesidad de un giro lingüístico.

Más adelante, el lenguaje inclusivo se vio envuelto en una nueva disputa relacionada a la división no binaria. Si bien en un comienzo se buscaba la visibilidad de la mujer, la segunda etapa busca visibilizar también a las minorías sexuales. El cuestionamiento trata de traer a escena variaciones que son irreductibles a la comprensión hetero-centrada. Esta apuesta política quizás ha sido menos comprendida por quienes critican al “todes” por una nueva invisibilización de las mujeres. Pero en este análisis no se trata de anteponer la visibilidad trans a la del resto de las mujeres, sino más bien de asumir la imposibilidad de contener a través del lenguaje la diversidad de género y sexualidad. Se trata de generar fisuras en las convenciones lingüísticas, mediante las cuales las versiones del género cambian y se actualizan.

El lenguaje inclusivo, a través del uso del morfema “e” ganó popularidad en 2018 durante el debate público y político sobre el proyecto del aborto en Argentina. Los grupos que apuestan y defienden el uso del lenguaje inclusivo son, especialmente, el movimiento feminista y la comunidad LGTBIQ. En Argentina, en algunos colegios e instituciones como la Universidad de Buenos Aires, su utilización fue aprobada y este puede ser empleado en trabajos oficiales. A su vez, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha autorizado el uso del ''lenguaje no sexista'' en la administración de la justicia.

Del otro lado de la grieta, se encuentra la Real Academia Española que se niega a validar el lenguaje inclusivo. Nombrar ambos géneros cada vez, por ejemplo “niños y niñas” fue quizás el primer impulso de lenguaje incluyente. Como bien menciona Mercedes Bengoechea, académica de la RAE, “Los hablantes que no están conformes con la representatividad de género que ofrece la academia, buscan formas dentro de la misma normatividad para expresar su discurso”. Sin embargo, esta forma de “doblete” también tuvo una respuesta negativa, puesto que, apelando a la “economía lingüística”, se considera completamente innecesaria. Para la RAE, el problema es confundir la gramática con el machismo. Mientras que sus opositores plantean que, siendo el lenguaje un reflejo directo de la sociedad de una época determinada, no se pueden pensar como cosas separadas.

En cuanto a las voces de expertos en lingüística hay una posición bastante homogénea acerca de cierta necesidad social. La Traductora Pública Sylvia Falchuk sostiene que atravesamos un proceso y un movimiento que ya está en marcha, porque la humanidad está entrando en una era pos patriarcal. Para la doctora en Semiótica Laura Abratte, hay una insistencia histórica en naturalizar los usos lingüísticos y evitar la reflexión. Según ella, para asentar un cambio primero hay que dar el debate y enfrentarse a la gran resistencia que genera el movimiento que esgrime la RAE como voz de autoridad. Por otro lado, la escritora argentina Claudia Piñeiro participó del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, foro de reflexión sobre el idioma, desarrollado en Córdoba en el año 2019. Allí se discutió la problemática y los retos de la lengua. La novelista presentó el debate en contraposición con el discurso de quienes revindican al español como lengua unitaria, y comparó a los detractores del lenguaje con perspectiva de género con los viejos conquistadores. “El territorio ya no es geográfico sino humano, hoy hay que poner el ojo en las mujeres y los géneros no binarios”, dice.

Aportando quizás la conclusión más sincera, Beatriz Sarlo remató “La militancia puede favorecer esos cambios, pero no puede imponerlos” en octubre de 2018 en Babelia (Revista cultural del diario El País).

Más allá de los debates que se producen en el ambiente intelectual y militante, es inasequible ignorar la realidad de les ciudadanos de a pie y ver allí si las prácticas de inclusión tales como esta propuesta de leguaje, son efectivas o si al fin y al cabo son un movimiento político que no aporta a la reducción de la desigualdad.

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Lucia Boccio

Soy Lucia, Licenciada en Ciencias Sociales por la Universidad Torcuato Di Tella y me especialicé en comunicación y periodismo. La escritura fue siempre para mí el camino para plasmar mis opiniones, como así también un medio de reflexión. Fan de la literatura, el arte y la música. De corazón millonario.

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