11/3/2022 - Política y Sociedad

Ucrania mira con melancolía la pandemia

Por Augusto Macias

Ucrania mira con melancolía la pandemia

El mundo del siglo XXI ha incrementado su velocidad exponencialmente durante solo dos décadas. Nuevos y más rápidos transportes lograron que las distancias se acorten e Internet permitió la comunicación instantánea y a multiplicación del tráfico de imágenes y mensajes.

La vertiginosidad del mundo actual produce una inercia de la que el hombre actual pareciera no poder salirse y debiera pasar de un estadio a otro al ritmo de un chasquido de dedos. En esta situación están ahora los ucranianos, para quienes la pandemia quedó forzosamente atrás.

Ellos están viviendo en una situación completamente opuesta a la transitaron desde principios de 2020. En ese entonces, estaban obligados a permanecer en sus hogares, mientras que ahora muchos deben escapar de ellos, de sus ciudades y hasta de su país. Según los números que difundió ACNUR, los refugiados ya son más de un millón, cuyo 50% fue a Polonia. El resto se desplazó principalmente a Hungría, Moldavia y Rusia1. Con el Covid, los ucranianos tenían un lugar digno donde ocultarse.

Anabell Sotelo, actriz ucraniana de padres latinoamericanos, está ahora viviendo en el sótano del teatro donde trabaja, en Kiev, junto a otras treinta personas, aproximadamente, ya que constantemente llegan nuevas personas y otras huyen a otros países. "En Kiev aún funcionan algunas tiendas, como farmacias y nosotros salimos dentro de los horarios seguros para ayudar a los civiles con medicamentos o llevar a los ancianos a la estación de tren", contó Sotelo, quien sobre su situación emocional sostuvo: "Tenemos muchísima resistencia y estamos preparados para luchar. Por eso, no tenemos tiempo para llorar o estar tristes. Gracias a la pandemia estamos preparados al encierro. Desarrollamos una habilidad para soportar esta situación de la mejor manera".

Otra de las paradojas que deja esta guerra, es que militares de un lado y del otro- OTAN/Ucrania y Rusia- están planificando estrategias, organizando a sus combatientes, calculando dónde lanzar sus misiles y visualizando posibles escenarios en los que desembocará este conflicto. Si bien parece que estuvieran pensando, nadie en su sano juicio podría aseverar que ambas partes están usando la cabeza. En este siglo, parece ilógico y es imperdonable que los intereses de alianzas militares y de burocracias políticas sometan a millones a tener frecuentes pesadillas por el resto de sus días.

Hay sobrados testimonios de lo que implicaron la primera y la segunda guerra mundial. Pensadores judíos como Theodor Adorno y Max Horkheimer, luego de escapar de las garras de Hitler, reflexionaron sobre la ilusión de racionalismo dentro de la era que vivimos: “Le sucede lo que siempre sucedió al pensamiento triunfante: en cuanto abandona voluntariamente su elemento crítico y se convierte en mero instrumento al servicio de lo existente, contribuye sin querer a transformar lo positivo que había hecho suyo en algo negativo y destructor. [...] Las metamorfosis de la crítica en afirmación afectan también al contenido teórico: su verdad se volatiliza” (Horkheimer y Adorno, P. 52). 2

Hay tantos ingenieros, altos militares y políticos usando toda su destreza para destruir al otro -y encima fuera de su territorio-, mientras tanto dejan de lado los grandes problemas que acechan a la humanidad como el cambio climático y el hambre mundial.

Taras Yagofarov, por su parte, es otro ucraniano, pero con relativamente mayor tranquilidad que Anabell, ya que está en una ciudad chica llamada Stryi, donde no ha habido bombardeos ni combates hasta ahora. Aún así, su vida cambió drásticamente, inclusive en aspectos que jamás pensó: "yo soy bilingüe y en mi casa se habla ruso. En esta región, fundamentalmente se usa el ucraniano. En general no había problema con eso, hasta que empezó esta guerra. Principalmente, porque Rusia ha enviado espías y cuando la gente de acá me escucha hablar, desconfía de mí porque está alerta. El otro día, mientras hablaba con mi esposa por celular, me pararon para pedirme los documentos".

"Gracias a dios no hemos perdido a nadie cercano, pero sí mis amigos que viven en otras zonas del país. La distancia es de dos personas. Yo tengo miedo por mis padres y mi abuela que están en la capital y que pueden ser víctimas de cualquier bombardeo", agregó. Aunque, a pesar del temor, aseveró que no escaparía de su país. "Nosotros vamos a resistir hasta el final. Aunque nos quieran eliminar con cohetes nucleares. Ese es el espíritu de Ucrania. Creemos que podemos vencer", sostuvo.

Pero no solo los ucranianos, sino todo el mundo está en vilo, porque hay un botón de distancia de una guerra nuclear sin precedentes; nada demuestra ni asegura que los líderes del mundo están a la altura de las circunstancias. El mismísimo Canciller ruso, Serguéi Lavrov, fue el primero que mencionó al elefante en el cuarto: "La Tercera Guerra Mundial sería nuclear y devastadora. El presidente estadounidense, un hombre experimentado, había comentado que la alternativa a la guerra son únicamente las sanciones".

Si bien la guerra en sí misma es impredecible, el analista internacional Julio Burdman, sostiene que no ve en el horizonte una escalada nuclear, aunque aseguró que “Putin y Zelenski están jugando a ver quién está más loco”. Con respecto al resultado del conflicto bélico, considera que, a largo plazo, Rusia tiene las de ganar. Parece inevitable que Ucrania se parta en dos partes mínimamente y que se produzca la salida de Zelenski.

Ukraine Refugee Situation

2 Adorno, Theodor y Horkeimer, Max (1998) “Dialéctica de la ilustración”, editorial Trotta

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augusto macias

Augusto Macias

Hola, soy Augusto Macias, estudiante de Ciencias de la Comunicación Social en UBA. Trabajo como productor periodístico en diferentes radios y esporádicamente como notero. Me intereso por la política tanto local como internacional. Además me gusta viajar para descubrir nuevos paisajes y conocer cómo vive la gente en distintas partes del mundo. De hecho, lo hice por un año y medio, antes de regresar a Argentina para continuar con mis estudios.

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