13/9/2022 - Economía y Finanzas

A pagar la fiesta

Por Horacio Gustavo Ammaturo

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Al igual que la mayoría de los bancos centrales del mundo, la Reserva Federal persigue como principal objetivo mantener la economía de los Estados Unidos operando con la mayor eficiencia, arbitrando de eje en el equilibrio que debe haber entre pleno empleo bien remunerado e inflación. 

En síntesis, la política monetaria busca mantener el poder adquisitivo del dinero y de esta forma conservar el valor de los ingresos de las personas, particularmente los asalariados. 

Para cumplir con este objetivo la FED cuenta algunas herramientas. Por un lado:

  1. la tasa de interés que ofrece por sus bonos, que aumentándole seduce a ahorristas e inversores a entregar sus dólares a cambio de letras con la expectativa de obtener más dólares a futuro. Al hacerlo, el Banco Central influye en las tasas de interés que cobran los bancos cuando prestan a sus clientes, tanto corporativos como residenciales. Por ejemplo, aumentar la tasa de fondos federales conduciría a mayores tasas hipotecarias y pagos mensuales más altos, lo que a su vez debería causar una caída en la demanda de propiedades, lo que conduciría a precios más bajos o estabilizados.
  2. Otra forma de aumentar las tasas de interés es recurrir a un proceso llamado ajuste cuantitativo (QT). Este proceso también se conoce como normalización del balance. En otras palabras, la Reserva Federal reduce sus reservas monetarias vendiendo bonos del Tesoro o dejándolos vencer y eliminándolos de sus saldos de efectivo. Esto elimina la liquidez , o dinero, de los mercados financieros.

El objetivo principal es reducir la cantidad de dinero en circulación para contener las crecientes fuerzas inflacionarias.

Sabiendo que la oferta continuaría aumentando a través de ventas adicionales o la falta de demanda del gobierno, los posibles compradores de bonos requerirían mayores rendimientos para comprar estas ofertas. Estos mayores rendimientos elevarían los costos de endeudamiento para los consumidores, lo que los haría ser más cautelosos a la hora de endeudarse. Esto debería frenar la demanda de activos (bienes y servicios). 

Menos demanda significa estabilización o reducción de precios y control de la inflación, al menos en teoría.

Sin embargo, el resultado que se pretende evitar, que es la pérdida del poder adquisitivo del salario termina ocurriendo de igual modo, ya sea por el efecto inflacionario como por la suba de tasas, los consumidores destinan más recursos a comprar productos de primera necesidad y para pagar gastos financieros mayores.

Está demostrado que durante los procesos inflacionarios los principales beneficiados son los proveedores de productos de consumo masivo, alimentos, higiene, limpieza o cualquier bien o servicio que la mayoría de las personas estamos obligados a consumir. Esta circunstancia permite que sus precios puedan adelantarse al resto e incluso obtener una mejora distributiva, obteniendo una mayor participación en los destinos de los ingresos de los que menos tienen. 

Sin embargo, cuando las medidas para paliar la suba de precios producto de procesos inflacionarios se fundan en la suba de tasas de interés otro sector entra en el juego de la puja distributiva, el financiero. 

Ya sea por el ejercicio de posiciones dominantes de productores concentrados o por la suba de la tasa de interés que afecta a todos los rubros, cualquier solución a la cuestión inflacionaria propone mayor concentración de la riqueza y menor distribución del ingreso. Los bancos centrales sólo pueden decidir si la torta va toda para las grandes empresas de productos básicos o si suben al sistema bancario y financiero al tren de los pocos que escapan de la pobreza. 

Las medidas que toma la Reserva Federal, en apariencia con implicancia exclusiva hacia los mercados financieros, tendrán efectos en la economía real. 

Sin embargo, en el caso de los Estados Unidos, la brecha que existe entre la tasa de interés y la inflación evidencian que aún con las subas consecutivas de 75 puntos básicos están lejos de volverse positivas. A este ritmo llevarían 6 años de permanente ajuste en cada reunión para que la tasa alcance la inflación. 


Aún así, a los efectos de mantener el poder adquisitivo del dólar, la Reserva Federal deberá bajar la inflación. 

Conocedores de las herramientas utilizadas en estas latitudes, que poco sirven, como el control de precios, para influir en  la oferta, sólo le queda recurrir a manipular la demanda vía el empobrecimiento de los consumidores. 

¿Dónde se verá el primer impacto?

El mercado inmobiliario de los Estados Unidos ha sido anabolizado desde 2017 cuando las tasas de interés quedaron postergadas frente a la inflación y los ingresos de las personas crecían más allá de los costos financieros. En consecuencia con la misma cuota los compradores de inmuebles podían comprar propiedades más caras. 

La demanda de inmuebles aumentó por todo el país y los precios de las propiedades subieron exponencialmente. Todo apoyado en el costo financiero extremadamente bajo que impulsó al precio de las propiedades, retroalimentando un ciclo virtuoso en el que, a expensas del costo del dinero, el precio de los inmuebles seguía subiendo.

Claramente, la suba en el costo financiero hipotecario implica un ajuste en el precio de los inmuebles, pues el comprador tiene límites en el valor de la cuota que puede pagar. 

La Federal National Mortgage Association (FNMA) (en español: Asociación Federal Nacional Hipotecaria), comúnmente conocida como Fannie Mae es una empresa patrocinada por el gobierno americano cuyo propósito es ampliar el mercado secundario de hipotecas mediante la securitización de los contratos  en forma de títulos con respaldado real. De esta forma pequeños inversores pueden participar del negocio hipotecario, entrando y saliendo de las colocaciones sin tener que esperar los vencimientos de los préstamos. 

Esta organización emite un índice sobre el “sentimiento de compra” de las personas para inmuebles. Cuanto más alto, mejor.

Indicador de expectativa de compra (inmuebles)

Como verán este indicador está en los niveles más bajos desde 2011.

Mientras tanto la FED ensaya hasta donde puede apretar con la suba de tasas jugando en un sutil equilibrio entre inflación y explosión de burbujas. 

La inflación es la factura que siempre llega después de la fiesta monetaria.

La suerte está echada. El proceso inflacionario ha iniciado y las medidas ortodoxas se han puesto en marcha. 

Solo resta esperar si las subas de tasas que se sucedan serán lo suficientemente importantes como para empobrecer al ciudadano sin hacer explotar el sistema. 

Juego extremadamente difícil, máxime con un año electoral tan cerca.

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horacio gustavo ammaturo

Horacio Gustavo Ammaturo

Soy Gustavo Ammaturo. Licenciado en Ciencias Económicas. CEO y Director de empresas de infraestructura, energía y telecomunicaciones. Fundador y mentor de empresas de Fintech, DeFi y desarrollo de software. Blockchain Product Designer.

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